Ana Beltrá
Desde la profunda oscuridad de la luz
Las hojas de los árboles, la oscuridad atravesada por los rayos de sol, el color profundo y brillante de los verdes y de las pocas y escasas flores de la jungla, los perfiles afilados del peligro, se convierten en “Conjugar jungla”, la obra más reciente de Ana Beltrá.
Ana Beltrá realiza en esta serie de cuadros, “Recomposición de la jungla y del caos” y de objetos en “Conjugar jungla” un ejercicio de atmósfera y de precisión, de color y de superposiciones , de texturas y de collage. En estos cuadros y en estos objetos desarrolla características que ya venían fraguándose en su obra: la coexistencia de las imágenes, la estratificación del relato y la relevancia de los materiales.
En sus series anteriores, el dibujo aéreo y ligero mostraba a través de diferentes capas la soltura de una mano que ama la pintura. En estas pinturas, Ana desarrollaba historias fragmentarias y superpuestas. En torno a una silla o una decadente lámpara de araña, en algún lugar recóndito de su imaginario, esta artista venía desarrollando desde hace años una pintura muy personal que, sin renunciar a la representación objetual , se adentraba en la multiplicidad de la forma .
Tal y como indicaba Silvia Rodriguez en su texto “El jardín salvaje” (2009):
“Ana Beltrá conserva sus constantes: la explosión cromática, la iluminación como parte de cada escenografía, la nostalgia de un barroco personal que trata de eludir y la armonía de autora entre elementos diversos.”
En su pintura anterior, en la que destacan series como “Estancias” (2006) y “Entropía estética” (2008), Ana Beltrá utilizaba ya los elementos que se sedimentan y descubrimos ahora en “Conjugar Jungla”.
En estas obras de mitad de la década pasada, descubría también su amor por las palabras: no sólo por los títulos, algunos tan literarios y “literales” como “Asiento deseo”, “Deseando que no me encuentres” o “Stanza di pensieri fermi”, sino en los textos que ubica a través de la pintura, como los que acompañan esos cuerpos femeninos, evanescentes y al mismo tiempo cotidianos, que protagonizan “Manifestación” o Manifestación II”.
Es en esta estructura arbitraria de la pintura, en el original uso del color, y especialmente en la capacidad de provocar una curiosidad insaciable ante esas imágenes que se superponen y se alejan hasta el infinito, en la que encontramos el germen de “Conjugar jungla”.
En los cuadros de Ana Beltrá, esta superposición funciona como una muestra de modernidad, un sentido afinado de la percepción finisecular. Pero también como un reflejo de su personalidad, solo tranquila en apariencia, pero inquieta e incansable. Permite pues, esta obra, entender su atracción por el viaje, por las nuevas técnicas de diseño, por la acumulación de experiencias, artísticas y vitales. Pues encontramos a Ana Beltrá no sólo en sus pinturas o en sus diseños, sino en performance con el grupo “Colectivo Desaire Danza”, con el que participa en diversas acciones, como la de 72”.
Así pues, desde la multiplicidad de la forma, desde la danza al diseño gráfico, esta artista trabaja en varias direcciones, partiendo de un conocimiento amplio e intuitivo del mundo que la rodea.
En estos años transcurridos, Ana Beltrá ha seguido indagando en la percepción múltiple de los espacios y de las cosas, a veces con un cierto guiño al erotismo en la presencia evanescente de un cuerpo femenino, o en el juego divertido de la ropa que aparece en sus imágenes. Pero también con una singular carga de crítica y con una postura afianzada en la lectura de género, que intensifican las palabras que aparecen como fondo en su pintura.
Al mismo tiempo, en su faceta de diseñadora industrial, ha continuado depurando esa percepción visual y convierte los recuerdos de sus imágenes en retazos de papel o de tela que salen del lienzo y se transforman en una pared o en un interior diseñado por ella.
En años recientes, un viaje transforma su vida. Un itinerario abrupto y lleno de emociones por las selvas de Laos, de Camboya, por los desiertos de Australia. Un viaje que cambia su percepción de las cosas y le hace reflexionar acerca del inmenso y maravilloso caos que es el mundo.
En este viaje, Ana Beltrá comprende también la existencia del peligro, la desorientación y el miedo. Y cuando después de una etapa final en India regresa a Canarias, retoma las imágenes de la jungla, la ferocidad de la luz y de la sombra, y empieza a elaborar un proyecto amplio y multidisciplinar: ”Souvenir sensacional”. En este proyecto, del que “Conjugar jungla” es una parte, Ana Beltrá propone contemplar y captar la esencia de los lugares visitados. En este diseño aún no realizado, una serie de elementos, no sólo plásticos, sino también auditivos y olfativos, simbolizan los lugares que han dejado en ella una huella profunda.
Desde entonces, y habiendo escogido “Conjugar jungla” como parte de ese proyecto para su procesos expositivo, Ana Beltrá decide mostrar, a través de esta parte, la impronta del viaje.
“Conjugar jungla” es, como afirma la propia artista, imposible. De hecho este título, casi un oxymoron, permite entrever hasta qué punto la culminación de una experiencia provoca en la artista cambios profundos, pues provoca tres años más tarde la aparición de unos cuadros coloristas y rotundos en los que, sin embargo, renuncia a la forma tal y como había sido habitual en su obra previa.
Algunas fotografías tomadas durante el viaje le sirven de referencia inicial, aunque en este viaje no siempre hubo fotografías. Muchos de estas imágenes de origen son pues, el sedimento que queda en su memoria a partir de la experiencia.
En estas imágenes, la profundidad de la selva se convierte en un pretexto, la luz y la penumbra conviven en ellos. Los perfiles de las hojas se afilan y se transforman en una metáfora del peligro, de la travesía apasionante pero a veces angustiosa de estos espacios bellos y dramáticos a la vez.
En este proceso de evocación del viaje, los bordes de las hojas adquieren vida propia y Ana Beltrá recurre a las herramientas del diseño industrial. Recoge así el material que mejor puede expresar esa travesía por la naturaleza, y acude al conglomerado de madera como soporte. En este mezcla de maderas encuentra las huellas de la historia, de la naturaleza, del paso del tiempo. Atraída por este soporte, como si se tratara de un frottage de Max Ernst, empieza a investigar y trabaja a partir de este núcleo.
El conglomerado de madera se convierte en un palimpsesto por sí mismo. Cuando Ana Beltrá habla de su pasión por estos materiales, cómo los escoge y se adueñan de su obra, entendemos bien el tránsito desde la pintura hasta la obra final.
En estos cuadros los títulos indican también el itinerario: “Reserva Natural del Nan- Ha(Laos)”, “Ocaso en Dhon-Khon (Laos)”,”Deseando descubrir un sendero en Kalimantan(Borneo)” o “Cielos desde el río Kinanbatan (Borneo)”, explicitan el viaje realizado. Pero tras él, la secuencia de un orden necesario sigue al caos de la selva y una serie de cuadros en los que las formas dejan entrever un cielo cristalino aparecen como “Recomposición de la jungla y el caos”.
Ana Beltrá escoge entonces las formas, las siluetas, las recorta sobre materiales diversos , las utiliza como plantillas, y en este proceso va creando una obra dual, por una parte la simbiosis de la naturaleza en esas cientos o miles de siluetas que superpone, en el uso del color medido hasta la más frágil de las sombras. Por otra parte, los elementos que utiliza para dar forma se reúnen en objetos tridimensionales, objetos llenos de color y de materia, que se superponen a esa otra historia. Ana Beltrá recoge estos elementos y los convierte en objetos, en escultopinturas, a las que da el nombre final de la serie, “Conjugar jungla”.
Cuando la artista evoca el viaje, relata que a veces caminaba a ciegas, que no había camino o lugar para avanzar, y que en ocasiones el temor o la inquietud se convertían en incómodos compañeros de viaje. En “Conjugar Jungla” teje un juego de luces y sombras, de siluetas afiladas, de peligro inmediato y sin embargo agazapado, de miradas instantáneas de animales y de sombras misteriosas y llenas de peligro
En este sentido, la trasposición de su experiencia al cuadro tridimensional, a la sugerencia de esas hojas que aparentan el frondoso follaje, es un reto. En su pintura anterior, la alegoría o la palabra completaban el significado a veces misterioso de las imágenes. En esta nueva serie, en esta aventura que tras la necesaria criba del tiempo se asienta y convierte en pintura, en collage o en objeto, la ausencia de las palabras empuja al espectador a una nueva mirada, a una reflexión sin asideros.
El color incesante y cambiante, las formas superpuestas, la presencia inquietante del viaje, se ven reforzados por la presencia de una balsa hecha con bambú, la evocación de una travesía extraordinaria y que señala la presencia del agua, el único camino real o posible junto a la selva.
“Conjugar jungla” se establece pues, como una invitación al viaje, como esa traslación de los sueños del romanticismo para encontrar los paraísos perdidos. Unos sueños transformados en una potente explosión de color, en un cuidadoso caos de las formas. Quizá por ello Ana Beltrá explica así su percepción del arte:
“Pintar levanta telones polvorientos y da cuerda a una palabra o imagen. Hay algo de vicio, de misterio y de atracción imánica. Es una actividad solitaria y catártica. En muchas ocasiones, terapéutica. Para bien y para mal. El caso es que cuando has sentido satisfacción haciéndolo con ella, ya nunca más la puedes dejar”